El texto es una ventana no solo a la mente y a la sensibilidad de uno de los pensadores más agudos del siglo XVII, sino también al complejísimo contexto histórico e intelectual europeo de la Modernidad temprana.
En la prosa del joven Thomas Browne, la batalla entre lo antiguo y lo moderno, la ciencia y la religión, la conciencia privada y el deber público se libra sin derramamiento de sangre, sin odio y sin fanatismo. El estilo del autor, elogiado al punto de ser considerado por muchos uno de los momentos más altos en la historia de la lengua inglesa, logra una síntesis admirable de sofisticación, intimismo, erudición, sutileza y honestidad.