En su nuevo libro, Žižek parte de una frase de Giorgio Agamben, «el pensamiento es el coraje de la desesperanza», que resulta especialmente pertinente en nuestro momento histórico, cuando incluso los diagnósticos más pesimistas suelen terminar, por regla general, con alguna mención de la proverbial luz al final del túnel. Para Žižek, el auténtico coraje no consiste en imaginar una alternativa, sino en aceptar el hecho de que no existe ninguna alternativa clara: el sueño de una alternativa no es más que un fetiche que nos impide analizar debidamente el punto muerto en que nos encontramos.
El auténtico coraje consiste, por tanto, en admitir que la luz que hay al final del túnel probablemente es el faro de otro tren que se acerca en dirección contraria. En los últimos años, este tren ha encarnado los diferentes problemas de nuestro paraíso capitalista global: la renovada amenaza fundamentalista-terrorista; las tensiones geopolíticas con y entre los nuevos poderes no europeos (China y Rusia); la aparición de nuevos movimientos emancipadores radicales en Europa (Grecia y España); y el flujo de refugiados que cruzan el Muro que separa el «Nosotros» del «Ellos».
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